Supervivencia y Altruismo.
El sentido de la vida
Introducción
El Hombre, nuestra especie, sabe muchas cosas de la materia y del espíritu. Pero seguimos sin saber para qué vivimos, es decir no tenemos un concepto universal y común sobre cuál es el sentido de nuestra vida, sobre cuál sea nuestra finalidad vital. Y por ello tampoco tenemos explícito un principio ético universal que fundamente las normas morales que deben regir nuestros comportamientos individuales y colectivos.
Los filósofos han dado diferentes respuestas que podemos agrupar en tres tipos: la felicidad como Bien con las virtudes como medio de Aristóteles, el imperativo categórico de Kant y el mayor bienestar de los utilitaristas. También las religiones y los líderes laicos han aportado leyes y doctrinas morales. Pero todas ellas han sido y son normas parciales y contingentes, aplicadas de forma grupal y temporal.
En cualquier caso, con estos saberes y con sus enormes capacidades, el Hombre, los hombres, hemos llegado hasta aquí. Y somos una especie joven y exitosa ya que en un tiempo mínimo hemos dominado la Tierra y multiplicado nuestra población de forma exponencial. Pero al no tener un objetivo o fin común explicito como humanidad, hemos actuado y actuamos grupalmente y con objetivos parciales. Y eso ha hecho que en estos momentos aumente el riesgo de autodestrucción, lenta o rápida. Y que haya desequilibrios y enormes problemas de todo tipo: contaminación, superpoblación, millones de personas marginadas, ansiedad y desconcierto ante el futuro, riesgo de armas terribles,…
Con todo, la solución es obvia y ha estado actuando y actúa de forma implícita desde el principio de los tiempos. Solamente hace falta verla, asumirla y aplicarla por quienes tengan capacidad y autoridad para hacerlo. Su implantación global puede llevar algunos años y por ello es urgente empezar cuanto antes.
El autor de este artículo la descubrió por intuición como dice Popper que suele suceder. Se desarrolla en el librito Supervivir amando (Ver en Libros) A continuación se resumen las ideas básicas y sus posibles utilidades y aplicaciones
La idea básica o imperativo vital. Consiste en lo siguiente:
Parece que como medio para mantener la Vida, todos los seres vivos, incluidos los hombres, tienen implícito en su información genética el imperativo vital de procurar la supervivencia de la entidad evolutiva de la que forman parte. Generalmente a través de la reproducción secuencial iterativa.
Sin perjuicio de que los hombres podamos tener otros fines trascendentes.
Para intentar cumplir este imperativo, algunos seres vivos de reproducción sexual “crearon” las especies biológicas sociales. Estas especies sociales tienen, desde su origen, la finalidad de servir como medio para intentar la supervivencia de la propia especie mediante la acción de los organismos individuales, grupos y poblaciones que las componen en cada momento.
En nuestras hipótesis consideramos a la especie como sujeto. No individualmente a los organismos y grupos que las componen, ni a los genes. El concepto que utilizamos es que las especies biológicas en general y la especie Hombre en particular son los sujetos, activos y beneficiarios, de su propia evolución. (ver Biólogos: Dobzhansky, Gould, Mayr, Monod)
Y a la vez, resaltar que la supervivencia es su fin u objetivo vital prioritario. No la felicidad, ni el bienestar, ni la reproducción, ni el crecimiento, ni la evolución, ni la paz o la dignidad de sus organismos. Que son objetivos buenos pero parciales. Y que son medios utilizados por la propia especie, representada por sus individuos y grupos, para intentar conseguir el objetivo vital prioritario.
La demostración de esta hipótesis se realiza empíricamente y por causación histórica como es habitual en biología. En este caso: todas las especies biológicas conocidas han intentado, e intentan prioritariamente, supervivir. Y de ello puede deducirse que este es su objetivo o finalidad vital, coincidente con el de sus organismos. Aunque parece que solamente lo han conseguido unos dos millones de especies conocidas y otras aún desconocidas, que suponen menos del 2% de las que han existido. (Ver en Planteamiento 1. El imperativo vital)
Y la hipótesis es falsable según la idea de Popper ya que, pudiendo haberla, no ha existido ni existe ninguna especie biológica conocida que haya dejado de intentar sobrevivir, bien como tal o evolucionando a otra u otras que se adapten mejor al medio.
El altruismo amplio. La idea básica necesita, y tiene, el complemento de una segunda idea. Que es también natural y verificable científicamente y que está dicha parcialmente. Se trata del altruismo. Pero del altruismo amplio que comprende el instintivo de las hormigas, el recíproco de muchos vertebrados, y el gratuito, oneroso, interesado, puro, …del Hombre.
En este concepto amplio es altruista todo lo que procure el bien a otro u otros: el trabajo, pensar, producir bienes y servicios, el comercio, enseñar, cumplir las leyes, la caridad, el amor al prójimo… En general todo lo que procure el bien ajeno y mejore la convivencia. Y el altruismo siempre es retribuido: de forma material, inmaterial o moral.
Parece claro y empíricamente probado que alguna forma de altruismo es necesaria para convivir en todas las especies sociales. Y que los grupos más altruistas internamente dominan y sobreviven a los menos altruistas. El propio Darwin tuvo que salir al paso de algunos de sus discípulos, dedicando un tercio de El origen del hombre a estas cuestiones. Donde dice: “el hombre debe su inmensa superioridad …a sus hábitos sociales que le llevan a ayudar y a defender a sus semejantes”. (Ver Darwin)
El altruismo/amor humano – no confundir con el amor/deseo- es el mejor de los altruismos ya que se autoretribuye, no se agota, y retroalimenta las normas éticas implícitas de los altruistas, de su entorno y de la especie. Y además hace felices a quienes lo practican. Esto lo saben mejor que nadie los sabios y los santos: creyentes y no creyentes.
El concepto tiene muchas facetas. Pero en resumen puede decirse que el altruismo/amor es el medio más eficiente y sobre todo el más eficaz para intentar cumplir el imperativo vital. Por eso lo ha adoptado nuestra especie como el mejor medio para supervivir conviviendo. Frente a ese altruismo existe también la lucha fratricida y el egoísmo puro como excesos de la competencia leal, del necesario cuidar de la propia vida y del imprescindible amor a uno mismo. Pero la lucha y el egoísmo son ineficientes y menos eficaces. (Ver John Hands)
Un posible principio ético universal. De estas dos ideas puede deducirse un principio ético universal que diga, poco más o menos: es bueno/mejor lo que, hecho altruistamente, sea bueno/ mejor para la supervivencia de la especie y su bienestar.
Este principio está implícito en todas las personas ya que la idea básica es un imperativo universal para todos los seres vivos y alguna forma de altruismo grupal amplio es un mandato, también universal, de la especie a todos los hombres.
Estas normas biológicas y naturales, son las mismas que el creced y multiplicaos del Génesis. Y las llamadas al amor al prójimo de la Biblia, de Jesús y de todos los profetas y santos que han existido en todas las religiones y sabidurías. (Ver Religiones)
El principio ético universal incluye y fundamenta las éticas parciales de los principales filósofos: de las virtudes de Aristóteles, del deber de Kant, de los más modernos Hume y los utilitaristas. Y las recientes investigaciones de los neuroéticos. (Ver Filósofos)
Estas coincidencias científicas y religiosas suponen poder contar con una base ética universal para revisar, y confirmar o establecer, las normas y valores grupales. Normas y valores que aplicados localmente en los distintos entornos y culturas, ayuden a mejorar la vida de los hombres y sus posibilidades de supervivencia. Sin que las distintas religiones, culturas y colectivos, tengan que cambiar sus creencias básicas.
El principio ético universal puede aplicarse con todas las doctrinas políticas: liberales, conservadoras, socialistas, comunistas… Y en cualquiera de sus posibles formas de aplicación: democracias, dictaduras, tribalismo,… Todos los sistemas son válidos si en su aplicación cumplen el principio ético universal. Principio que facilita el desarrollo de todas las buenas políticas.
Tareas y aplicaciones. (ver). Estas ideas están operando implícitamente desde el principio de la vida de la especie. Y siguen y seguirán haciéndolo: igual que las cosas se caían al suelo antes de que Newton descubriera la ley de la gravedad. Pero parece que, una vez vistas estas leyes universales, sería conveniente pensar y explicitar soluciones globales. Muchas de ellas urgentes dada la situación y perspectivas de nuestra Humanidad.
Considerando la lista de los grandes riesgos y de los factores positivos y negativos, naturales y humanos, hay muchas aplicaciones posibles a considerar. Entre otras:
Políticas globales: potenciar la idea de Humanidad, establecer una Autoridad Mundial, revisar el modelo de sociedad y el tamaño de la población y su calidad de vida, la ecología humana, los delitos o faltas contra la humanidad, las virtudes universales…
Políticas sociales: la sexualidad y la familia, las ingenierías genéticas y ambientales, las ingenierías sociales, las políticas educativas, las políticas económicas y sociales, el trato a los marginados, las religiones, los nacionalismos… Y las éticas individuales.
Cosas a hacer. (ver) . Estas aplicaciones y otras muchas están ya operando de forma local o grupal y cada vez más globalmente. Parece que la “nueva” ética podría utilizarse de dos formas: reactiva, es decir respondiendo a las dudas que puedan existir sobre lo que ya se está haciendo en estas materias. Y de forma activa planteando acciones nuevas, parciales o globales, y potenciando las buenas actuales. Y esto deberíamos hacerlo todos los hombres, pero muy especialmente quienes se dedican a pensar (humanistas, científicos) y a dirigir (líderes políticos y religiosos, comunicadores, dirigentes de empresas e instituciones,…). Teníamos y tenemos implícito en nosotros el mandato. Y ahora ya está también explícito.
Nota final
El imperativo vital es común para todos los seres vivos. La creciente adopción como medio para convivir del altruismo/amor amplio ha sido, y es, lo propio de nuestra especie. Medio que es ya, a la vez, fin u objetivo y que posiblemente “justifica” nuestra existencia presente y nuestro futuro. Y que confiere un sentido propio y específico a cada hombre/persona y a la humanidad.
Si estas ideas son ciertas están implícitas en todos los hombres y por ello:
- Cada vez existe un mayor sentido de pertenencia a la humanidad y del deber de procurar que no se extinga. Y esta idea aumentará aunque las mías no se difundan.
- Las empresas, instituciones, partidos políticos, religiones,… que adopten como criterio de valor prioritario el principio ético universal tendrán ventaja en sus actividades y en su imagen interna y pública.
- Las personas individuales que asuman y apliquen en su vivir el principio ético universal, serán más buenos y felices en esta vida. Y en la otra si existe.
José Corral. Madrid, 9 de marzo de 2020
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