Planteamiento
He dicho ya en otras ocasiones que mi único título oficial en filosofía es el aprobado de esta asignatura en el primer curso de Ciencias Económicas, en el ya lejano año de 1963. Consistía en los fundamentos de lógica y ética y un resumen de las aportaciones de los principales filósofos. Luego leí bastante (ver bibliografía), primero por afición, y en los últimos años buscando referencias de mis ideas. Pero he ejercido como analista de sistemas durante toda mi vida profesional y ese oficio se parece mucho al de filosofar. Con estas credenciales voy a hablar de filosofía y de filósofos. Ruego a los expertos vean el fondo de las ideas sin despreciarlas por la forma en que están dichas.
En agosto del 2017 hice un comentario amplio a la Breve historia de la ética de Victoria Camps en el que intenté resumir las posibles causas por las que los filósofos, antiguos y actuales, no vieron ni han visto mis ideas. Para los filósofos el objetivo del Hombre, de los hombres, es el Bien o algo equivalente a la causa final de Aristóteles. No piensan ni buscan un objetivo material, un fin vital, ya que cuentan con la existencia de hombres, como un dato. Y ningún filósofo, que yo sepa, se ha preocupado hasta ahora por la posible extinción material de nuestra especie. Ni han reparado en que, sabiéndolo o no, los hombres están/estamos, perennemente, tratando de evitarla.
Los filósofos se han ocupado de buscar un Bien metafísico que fundamentara un principio ético universal. Y como no lo encontraban han tratado de sustituirlo con distintas éticas parciales que Victoria Camps agrupa en tres tipos: del deber o de principios, teleológicas o del bien, y de las virtudes como complemento necesario. Dice la autora que: “En la combinación de todos estos elementos- el kantiano, el utilitarista y el aristotélico- tenemos el marco desde el cual debe desarrollarse la ética aplicada”.
Todas estas éticas parciales son verdaderas. Sus ideas son, mayoritariamente ciertas. Pero contienen verdades parciales que han sido usadas por grupos humanos parciales: verticales (familia, clan, tribu, estado, …) y transversales (culturas, religiones, …). Y todos los filósofos que las han descubierto y difundido han acertado. Aunque han acertado parcialmente. Cada uno ha visto, desde su perspectiva, una faceta de la idea básica, del principio ético universal.
Nuestro principio ético universal comprende los tres tipos de éticas: Teleológica por tener como base el objetivo vital prioritario de la supervivencia del Hombre. Del deber, ya que afirma que todos los hombres tienen inscrito en su naturaleza el imperativo de intentar conseguir el objetivo vital. Y la ética de las virtudes aristotélica puesto que el método elegido y obligado por la propia especie es el altruismo amplio que comprende todas las virtudes desarrolladas por el Hombre para su convivencia: laboriosidad, paz, prudencia, solidaridad, justicia, honradez, benevolencia, armonía, amistad, …
Con esta visión amplia y universal de la ética se resuelven las dudas, contradicciones y reduccionismos que se reflejan en los escritos de los filósofos que han intentado hallar un fundamento universal para una ética universal. Las éticas parciales encontradas, por su propia parcialidad y contingencia, presentan contradicciones y dejan agujeros por cubrir o excesos en su aplicación. Aunque han sido las que nos han permitido llegar hasta aquí.
Algunas causas de no ver la idea
Voy ahora a resumir las principales causas que, según creo, han impedido que los muy sabios filósofos que han trabajado estas cuestiones hayan visto las ideas básicas.
1.- La primera causa que se me ocurre es que son hipótesis biológicas. Que se han hecho más visibles recientemente a partir de las modernas teorías sobre evolución.
En general los filósofos buscan un objetivo espiritual, ya que parten de que el hombre es, diferencialmente con los otros seres vivos, lo que tiene de espíritu. La vida material, el cuerpo, para un filósofo casi no cuenta. Y hasta hace muy poco nadie se cuestionaba la posible extinción de nuestra especie. Y al menos como horizonte previsible, la vida física del Hombre era un dato.
El ejemplo más claro es el propio Kant, quien en el tercer principio de su “Idea de una historia universal en sentido cosmopolita”, hablando del progreso humano, dice: “… si una especie animal está dotada de razón, como clase que es de seres racionales mortales todos, pero cuya especie es inmortal, tiene que llegar a la perfección del desarrollo de sus disposiciones” Las cursivas mías. (Corral: 2015, 282).
En cualquier caso, parece que los filósofos se han ocupado poco de estas cuestiones. En los últimos tiempos los filósofos de la ciencia y de la naturaleza se interesan más por los aspectos relacionados con la materia. Pero en muchos casos priorizan la física y la cosmología, que son ciencias que parecen más exactas y de moda, frente a la biología, que tiene unas leyes demasiado “blandas” o flexibles y poco rigurosas.
Lo anterior es más notorio entre los agnósticos y ateos, ya que los creyentes tienen resuelto el problema del fin, o del Bien Supremo. Y por ello no les preocupa demasiado la supervivencia física del Hombre ya que, en cualquier caso y hagan lo que hagan los hombres, su existencia depende de la voluntad de un Agente externo mantenedor.
Por lo que conozco, el filósofo actual que más se ha acercado a estas cuestiones ha sido Michel Ruse, de los autodenominados sociobiólogos con E. O. Wilson. Pero Ruse es un evolucionista militante y como tal cree que el objetivo del hombre es la propia evolución. Aunque tiene dudas, porque como filósofo materialista le cuesta pensar que la materia haya sido capaz de imponer un objetivo a los seres vivos y el imperativo moral al hombre de intentarlo. Y creo que, como ateo, tampoco le gusta la idea de que pueda existir un Mandante externo. Por ello acepta, como inevitable en este caso, la falacia naturalista de que el objetivo es evolucionar porque evolucionamos. Y según los evolucionistas, evolucionando se progresa, aunque él lo duda. Y se da cuenta de que tampoco sabemos qué es el progreso. (Corral: 2015, 195-216)
Esto les pasa también a todos los filósofos y biólogos que he leído, ya que admiten que no saben cual es la meta hacia la que progresar. El arquero orteguiano tampoco sabe hacia donde apuntar su flecha, cual es la circunstancia a salvar.
Parece que hubiera correspondido a los antropólogos, generalmente encuadrados entre los filósofos, el descubrimiento de las ideas básicas. Todavía están a tiempo ya que el principio ético universal está basado en el comportamiento del Hombre, que parece ser la principal materia de la Antropología. Y las ideas básicas, como luego veremos, suponen analizar y ordenar las normas, usos y costumbres del Hombre, de los individuos y grupos humanos.
En esta línea, creo que mis ideas proporcionan materia y trabajo para convertir a la Antropología en la ciencia más importante de este siglo XXI. Ya que los antropólogos, multidisciplinariamente, son quienes mejor deberían ver y pensar todos los aspectos humanos referidos al comportamiento de los hombres – individual, grupal y global- dirigido a supervivir con el mayor bienestar. Apoyados por otros pensantes: biólogos, sociólogos, filósofos de la naturaleza, humanistas, …. Y todos los que hacen cosas.
2.- Otra cuestión importante es considerar a las especies como sujetos capaces de tener objetivos y normas para intentar cumplirlos. Los filósofos trabajan con personas individuales. Este es el concepto que más cuesta “ver” a todos, incluso a los biólogos. La idea de las especies como unidades o sistemas evolutivos es muy reciente. Y ni el propio Darwin la tiene en cuenta a pesar del título de su libro más famoso.
Volveremos a esta idea de la especie como sujeto porque es fundamental “verla” para entender la idea básica. Pero hasta ahora y especialmente los filósofos, han trabajado y trabajan con personas individuales. Un caso claro es el de Kant, quien, cuando habla del progreso de la especie, se cuida de aclarar que lo hace como universorum (la totalidad de los hombres reunidos socialmente sobre la tierra repartidos por pueblos) y no como singulorum (la especie como concepto). (Corral: 2015,285).
3.- En todo discurrir filosófico sobre ética, tanto teleológica como deontológica, hay una cuestión latente o expresa que dificulta el pensar y produce errores de fondo y de entendimiento con los demás. Los pensadores tratan de buscar el fundamento ético a partir de la naturaleza del hombre, a partir de qué sea la persona humana. Creo que es el problema mayor. Por lo que conozco, los filósofos “ven” al hombre de tres maneras básicas: materialista, espiritualista y trascendente. Y sus combinaciones.
Queriendo o sin querer y siendo o no conscientes de ello, los filósofos suelen tender a adoptar bases éticas según sean sus creencias, o sus teorías, sobre la naturaleza del hombre. El problema es que no tenemos una verdad o certeza universal sobre el qué sea el hombre, con lo que resultan éticas sesgadas y parciales. Debemos aceptar, como hacen muchos filósofos “neutrales”, que, al menos de momento, no podemos fundamentar la ética sobre la naturaleza o esencia del hombre. La idea básica se funda en el comportamiento.
4.- Abundando en lo anterior, en la historia de la filosofía se han propuesto múltiples fines parciales y contingentes: el vivir individual, la felicidad, el bien común en alguna de sus muchas acepciones, la sabiduría, la dignidad, la propia evolución, el progreso moral o material, ….
Todos ellos parecen ser fines y objetivos buenos y útiles. Pero son fines y objetivos parciales, generalmente medios para el objetivo vital prioritario. Que queda oculto por ellos, entre otras cosas por su obviedad. Y porque estos fines parciales y las virtudes que los acompañan son medios válidos. Sobre todo, si como suele ser habitual, se presentan unidos, como una ética global, en muchas culturas.
5.- Por el contrario, para algunos no puede existir una ética universal, un principio ético universal, porque de existir estaría fuera de este mundo, sería trascendente. Lo cual es posible. Es decir, parece posible que exista y no conozcamos un Fin Último. Pero la existencia de uno o varios fines trascendentes desconocidos no es incompatible con el imperativo vital que nos “ordena” intentar supervivir materialmente.
6.- Por otra parte, la idea básica supone un mandato material duro. Supone, como primer objetivo parcial, la lucha por la existencia individual. Y por ello comprende el bien y el mal. La vida y la muerte. La paz y la guerra entre los seres vivos: de la misma y de diferentes especies. El egoísmo y el altruismo. El amor y el odio.
Parece que muchos filósofos no entienden estas contradicciones en el Hombre. Todas ellas se explican con la idea básica en la que tienen su base y fundamento inmediato. No sabemos científicamente si existe una causa eficiente anterior. Y otra causa final de un nivel superior al objetivo vital. Pero que no sepamos estas causas, ni sus posibles agentes, no impide que podamos saber que existe el objetivo vital prioritario. Que da sentido y unifica los sentimientos y comportamientos aparentemente contradictorios de los hombres. Que cada vez entendemos mejor, a otro nivel, en muchas especies animales.
7.- Las similitudes con los animales es otro de los grandes problemas que impiden ver la idea básica. No sólo a los filósofos. A cualquier persona le repugna instintivamente la idea de que el fundamento de nuestras normas éticas sea el mismo que el de las arañas o las ratas. Y que nuestras virtudes de solidaridad, justicia, valor, amor filial, … sean de la misma naturaleza funcional que las capacidades y costumbres sociales de las hormigas, los monos, los lobos, … Nos cuesta muchísimo admitir nuestro parecido con los animales. Muy especialmente a los filósofos. Y más a quienes creen que los hombres están hechos a imagen y semejanza de su Creador. Aunque unas ideas no refuten a las otras, sino que las complementan y refuerzan.
8.- Y hay un enorme lío filosófico con el concepto de libertad. Que es una capacidad común a las especies de seres vivos, especialmente a las “superiores”. La diferencia es de grado. Y en el caso del hombre, esta capacidad, enorme y creciente, es otro de los factores que nos ha hecho y nos hace diferentes. Junto con la autoconciencia y con la capacidad de convivencia en grupos cada vez más grandes.
Estas capacidades nos han facilitado llegar hasta aquí, pero suponen también un gran peligro ya que los hombres, como todos los seres vivos, tienen el mandato primario de vivir, y de vivir lo mejor posible: ellos individualmente y su grupo. Y esa libertad que les ha servido para inventar, dominar y supervivir, si se ejerce mal es y ha sido mortal para individuos y grupos. Y ahora puede serlo para la propia especie.
Estas verdades biológicas han sido poco tenidas en cuenta por los filósofos, sobre todo en lo que se refiere al comportamiento grupal. Y tampoco han sido bien entendidas por los propios biólogos y asimilados. Creo que las ideas básicas aclaran el concepto de libertad y permiten delimitar y mejorar su uso. Tarea que parece correspondería a los antropólogos sociales y a otros expertos en ética, normas morales y comportamiento.
Me parece oportuno recordar la controversia entre algunos filósofos y biólogos sobre “ética biológica”. El profesor Ferrater Mora en su Ética aplicada (1981-11), acepta con matices la frase de E.O. Wilson sobre que “haya llegado la hora de sacar por un tiempo la ética de manos de los filósofos y biologizarla”. También el doctor Francisco J. Ayala en la “Evolución de un evolucionista” trata del posible origen biológico de la ética. (Ver Corral: 2015, 167-183). La discusión ha sido y sigue siendo amplia, con muchos matices y confusiones sobre sujetos y sobre los conceptos biológico y ética.
Por mi parte creo que la tarea es de pensadores humanistas, es decir de antropólogos. Que deben conocer y tener en cuenta, como tales, al hombre en todo lo que afecte significativamente a su comportamiento grupal.
Comentarios
Como he dicho en la presentación del contexto, desde el año 2000 en que escribí la primera nota con la idea básica, he estado buscando a alguien que ya la hubiera dicho. Hasta ahora no lo he encontrado. Pero he visto que muchos y muy importantes filósofos y pensadores han estado muy cerca de ellas. A lo largo de estos años he ido haciendo comentarios a los escritos que me han parecido más significativos (Ver en Corral 2015, 111-297 y en la página Web). Resumo a continuación, actualizados, algunos de aquellos comentarios y otros que me parecen ahora de interés.
De los muchos posibles he seleccionado los filósofos y los textos más orientados a la búsqueda del fin u objetivo del hombre y a fundamentar las normas morales. Y que son representantes de distintas creencias y doctrinas. Repito que mi lenguaje y mi formación son de aficionado por lo que puede haber errores y defectos de forma. Pero creo que lo que sigue es válido y suficiente para justificar y enmarcar mis ideas.
Marbella, las 12,15 del 19.8.18 Revisado el 1-10-18. Adaptado para la página Web el 29.12.18